En la escena del nacimiento de María que el Giotto nos dejó en la Capilla Scrovegni de Padua, la niña, bien envuelta en las fajas tradicionales, ya venía al mundo con la aureola de la santidad. A decir verdad, también la traía en la pintura de Pedro Berruguete que se conserva en el Museo Diocesano de Palencia.
0 comentarios