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LOS GUARDIAS DEL APÓSTOL

SENDERISMO

Los guardias del Apóstol

  • Jaime y José Miguel, dos Policías Locales, unen Almería y Santiago a pie a través del Camino Mozárabe, la Vía de la Plata y el Camino Francés

El Camino MozárabeEl Camino Mozárabe

El Camino Mozárabe

Desde el pasado 17 de octubre, el Apóstol tiene su particular guardia santiaguina, dos Policías Locales de Almería que, ni cortos ni perezosos, decidieron hacer el auténtico Camino, según la ley del peregino: salir desde la puerta de tu casa para llegar a la tumba de Santiago el Mayor. Fueron 1.430 kilómetros los andados a lo largo de 47 días, con lo que recortaron en una semana las previsiones que tenían bien estudiadas. Decenas de municipio vistos, centenares peregrinos a los que saludaban al grito de "Buen Camino" y miles de pasos dados primero por el Camino Mozárabe (Almería-Mérida), luego por la Vía de la Plata (Mérida-Astorga) y finalmente por el concurrido Camino Francés (Astorga-Santiago). Todo ello, faltaría más, bajo el sol de justicia y el interminable verano con el que comenzaron el día 1 de septiembre en la Catedral de Almería hasta que entraron en la Plaza del Obradoiro el pasado día 17. Los grados pesaban más que las mochilas.

Todo comenzó para Jaime y José Miguel con un reportaje televisivo sobre el Camino de Santiago, pocos días antes de la tradicional Subida a Canjáyar. Esos 44 kilómetros le supieron a poco a ambos, compañeros de escudo y uniforme, que se lanzaron a por el reto que les pedía su intrépida mente. "Nos levantábamos todos los días a las seis de la mañana para andar y entrenar. Los compañeros muchas veces nos veían y nos decían que estábamos locos", recuerda orgulloso y con el deber cumplido José Miguel.

Por poco común que parezca, el Camino Mozárabe desde Almería comienza a tener sus peregrinos. Así, los dos policías no tardaron en encontrar compañeros de ampollas. "En Rioja nos juntamos con cuatro franceses y un italiano, todos mayores", a la par que comprobaron que la orografía local es dura. "Las sierras de la provincia en dirección a Granada son muy exigentes, es todo subida y bajada", llegando los primeros problemas no lejos de aquí: "En La Peza recorrimos 38 kilómetros sin nada alrededor, ni un solo grifo de agua".

Y así fueron quemando etapas, visitando albergues, cruzándose con jabalíes en Guadix, atravesando fincas privadas por la Vía de la Plata, donde tenían que abrir y cerrar las puertas de la propiedad, y hasta tuvieron un encontronazo sorpresa con un mastín que no entendía mucho de peregrinos. Por desgracia, Galicia los iba a recibir calcinada por culpa de unos inconscientes. "Desde O’Cebreiro ya se notaban los incendios, se veía el resplandor a lo lejos. En Melide se veía el sol fucsia, los ojos escocían y los bancos de las pulperías estaban llenos de cenizas".

Último esfuerzo, Santiago ya espera con esa agradable neblina que hace tiritar al peregrino madrugador. La Plaza del Obradoiro luce radiante (lástima del maldito andamio en el pórtico de la Catedral), el botafumeiro los espera, pero en la misa no cabía una vieira más. "Estaba llena, no dejaban entrar a nadie, pero nos topamos con dos sacerdotes muy agradables. Les dijimos que veníamos desde Almería y resulta que el mejor amigo de uno de ellos es de Macael y nos permitieron entrar", para darle el esperado abrazo al Apóstol y convertirse en su guardia almeriense.

 

21 de Abril de 2017 / 

Uno de los símbolos más difundidos de esta antigua romería es la Concha -Vieira- del peregrino, cuyo origen está ligado a una pretérita leyenda vinculada al propio comienzo del camino jacobeo.

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La Concha identifica los kilometros recorridos del Camino de Santiago / Foto: Sonia Trujillo .

Se cuenta que cuando el cuerpo del Apóstol Santiago fué traslado de Jerusalén a Galicia en barco por los discípulos que lo habían acompañado en su tarea evangelizadora en Hispania, sucedió un hecho milagroso, pero también cargado de humor.

Cuando el barco que portaba el cadáver del fiel seguidor de Jesús llegó a la altura de las islas Cíes, en la boca del Río Vigo y frente a las costas de Bouzas en Galicia, los discípulos de Santiago notaron que a orillas del mar se estaba celebrando una boda donde tenía lugar un particular juego; éste consistía en montar a caballo mientras el jinete lanzaba al aire una lanza o bofarda que tenía que recoger antes que llegara al suelo.

Le llegó el turno de jugar al novio, quien lazó la bofarda al aire y salió cabalgando como pudo para alcanzar la lanza con la sorpresa que ésta se desvió al mar. El joven corrió para alcanzarla desbocándose con su caballo en el mar. Ante el asombro de todos, el novio, caballo y la lanza quedaron hundidos en el agua; pero de repente reaparecen al lado de una embarcación que se acercaba a la orilla: era el barco que portada el cuerpo mortal del Apóstol Santiago.

El toque de humor de la historia sucede cundo el novio y su caballo se reincorporan. Al ir a saludar a los navegantes, el joven notó que estaba totalmente cubierto, de pies a cabeza, con conchas de vieira. Los discípulos del Apóstol interpretaron tal suceso como un milagro, e invitaron al novio a subir a la embarcación. Mientras llegaban a la horilla conversaron de lo ocurrido, sucediendo el verdadero milagro: el joven había decidido convertirse al cristianismo.

Al regresar a tierra, el joven contó lo ocurrido a los invitados, quienes vieron los acontecimientos desde la orilla. Muchos de ellos también decidieron convertirse al cristianismo. La embarcación siguió su camino al norte hacia la ría de Aurosa, donde desembarcaron para trasladar el cuerpo del Apóstol hasta Padrón, donde fue sepultado.

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Los caminantes utlizaban la concha en sus capas para rendir tributo al Apóstol Santiago, hoy la tradición continúa, colocándola en la mochila peregrina / Foto: Cathopic. 

Con el paso de los años, y para perpetuar este hecho, se impuso la costumbre de que cada peregrino que participase en la peregrinación hacia la tumba del Apóstol Santiago, llevara consigo la concha de vieira, creándose así un símbolo que ha permanecido con el paso de los siglos y hoy identifica al Camino de Santiago.

Incluso el "Códice Calixtino" -manuscrito iluminado atribuido al Papa Calixto II-, habla del gran significado de la vieira y el hecho de que los caminantes la utilizaran en sus capas para rendir tributo al Apóstol. Hoy el símbolo continúa, colocándose en la mochila del peregrino.

Además de este simbolismo, la concha tiene un uso práctico, ya que era utilizada como un vaso natural, por lo que se supone el frecuente uso por parte de los peregrinos para calmar la sed en los manantiales y río.

De la redacción de Gaudium Press, con información de España Fascinante.

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