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FELIZ DÍA DE LA PATRONA DE ALMERÍA 2016 LA SANTISIMA VIRGEN DEL MAR

VIRGENDELMAR02MINIQueridos diocesanos:

La fiesta anual de la Patrona llega este agosto en un “año de gran perdonanza”, cuando la misericordia de Dios se proclama a los cuatro puntos cardinales de la tierra, para alentar a todos los fieles a no desconfiar de un Dios que confió a su Hijo eterno la misión de reconciliar al mundo consigo, como pregona san Pablo: “Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nuestros labios la palabra de la reconciliación” (2 Cor 5,19).

Cierto que Dios ofrece permanentemente eL perdón a cuantos a él acuden con humilde reconocimiento de sus pecados, pero ha entregado a la Iglesia, y en particular a Pedro como representante que recapitula en su misión el ministerio del perdón, el pregón de la salvación y la administración del perdón: “Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo” (Mt 18,18; cf. 16,19 y Jn 20,23). 

La Iglesia otorga constantemente el perdón y la misericordia divina a quien acude a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía debidamente preparado, con aborrecimiento del pecado y voluntad de cambio, con sincero propósito de enmendar la vida; y para extender con mayor eficacia el conocimiento de esta voluntad de perdón divino, en los años santos y en los diversos jubileos, propone especiales medios de alcanzarlo. Entre estos medios, la peregrinación –imagen que es de la vida camino de la patria definitiva– a esas “casas de la gracia” donde Dios deja sentir su particular presencia como las iglesias parroquiales, principalmente la iglesia Catedral de la diócesis y aquellos santuarios dónde tienen su domicilio las sagradas imágenes de Cristo, de María y de los Santos que veneramos con particular amor. Estas imágenes traen en efigie hasta nosotros la presencia espiritual del Redentor, de su santísima Madre y de aquellos testigos de la fe que más influyen en la vida cristiana como ejemplos que imitar del seguimiento evangélico de Cristo.

A lo largo del “Año Santo de la Misericordia” que estamos recorriendo, han acudido al santuario de la Patrona cientos de fieles cada semana para postrarse ante su imagen y suplicar de su divino Hijo, por intercesión de la Madre, el perdón y la renovación de la vida cristiana, no sólo para sí mismos, sino para las personas amadas; y extendiendo el amor cristiano a cuantos se alejan de Dios, han orado por la conversión de los pecadores y el retorno de los alejados. Esta oración por el cambio de cada persona y de la sociedad en su conjunto ha sido, y sigue siendo cada día, plegaria permanente de los fieles, porque es oración permanente de la Iglesia, que ora incluso por sus perseguidores.

Lo hace siguiendo el mandamiento del Señor, que perdonó incluso a los mismos que lo crucificaron, y así nos perdonaba también a nosotros, porque en aquella crucifixión tomábamos también parte golpeando los clavos del Redentor con nuestros pecados. No hemos de pasar por alto, en efecto, que fue junto a la Cruz donde Jesús nos entregó a María por Madre espiritual de todos los discípulos de su Hijo, representados en aquella hora de “la mayor misericordia” –en palabras de revelación de Jesús a santa Faustina Kowalska, la gran divulgadora de la “Divina Misericordia”– por el discípulo a quien Jesús tanto quería.

La santísima Virgen del Mar, Patrona de la Capital de la provincia y de las poblaciones de su entorno, a todos convoca a la gran renovación de la vida cristiana, porque esta renovación es condición ineludible del cambio social que tantos desean, pero que cifran tan sólo en cambios estructurales de mayor o menor alcance. El cambio social, sin embargo, sólo puede venir de la voluntad sincera de cada uno de sus miembros de guardar los mandamientos de la ley de Dios y vivir en justicia y santidad en la presencia del Creador, identificados con Cristo, el “Hombre Nuevo, creado según Dios en justicia y santidad de la verdad” (Ef 2,15).

No podemos vivir nuestra fe desentendidos de la sociedad, como si de dos vidas “paralelas” se tratara: la vida privada y la social. La Virgen corrió presurosa a auxiliar a su prima que estaba ya en el mes sexto de gestación, siguiendo las indicaciones del ángel Gabriel. Su preocupación por el prójimo alcanza una singular acción de intercesión en las bodas de Caná de Galilea, cuando aquellos novios que la habían invitado a ella y a Jesús y sus discípulos, por parentesco o amistad, se habían quedado sin vino. Pinceladas de la crónica evangélica que evidencia cómo María vivió “socialmente” su misión de maternidad espiritual durante su vida terrena. Su aparición pública en los días luctuosos de la pasión de Jesús y de su crucifixión testimonian la obligada quiebra de todo retraimiento social que lleva consigo la fe públicamente profesada. Su maternidad espiritual se dejó sentir en forma singular tras la resurrección de Jesús, alentando la vida de los discípulos del cenáculo al testimonio público de la predicación como resultado de la irrupción del Espíritu en la Iglesia naciente de Pentecostés.

La maternal intercesión de María por todos los fieles se deja sentir hoy en el santuario de la Patrona cuando la cubrimos de flores y los nardos perfuman el ambiente del santuario que la arropa y la acompaña en procesión de alabanzas por las calles de la Capital donde el pueblo fiel se apiña para ver pasar la sagrada imagen de la Virgen. ¡Ojalá los corazones arrepentidos que todos llevamos dentro nos permitan sentir cómo se derrama la misericordia divina sobre nosotros al ponernos a su regazo! La Virgen nos convoca a convertimos en testigos fuertes de la fe al tiempo que arropamos la imagen de la Patrona, atraídos por el perfume de su fe obediente, de su esperanzada espera de la resurrección y de su caridad sin límites.

Tengamos plena seguridad de que si sentimos que Dios perdona nuestros pecados y nos renueva con la fuerza de su Espíritu, el día de la Patrona habrá sido para nosotros un día de misericordia divina. Aquella y sólo aquella misericordia que es el amor de Dios que nos cambia y nos hace capaces de cambiar una sociedad que, sin Dios y sin el Evangelio de Cristo, no tendrá otro futuro que el caduco futuro que tiene ante sí una generación que pretenda vivir sin Dios o a su margen.

Que la Virgen del Mar nos ayude a escapar de un futuro sin misericordia y sin perdón redentor. Feliz día de la Patrona.

Almería, a 27 de agosto de 2016

Año Santo de la Misericordia

+ Adolfo González Montes

Obispo de Almería    

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